NOS QUEDA LA PALABRA
La entrañable poesía de Blas de Otero “Nos queda la palabra”, cantada magistralmente por Paco Ibáñez, y censurada en tiempos franquistas, sigue recordándonos hoy, en tiempos de censura socialista, afines y comparsas en la oposición, que cuando lo hemos perdido todo aún nos queda la palabra…
La palabra, como vehículo de nuestro raciocino, anhelos, proyección y consciencia, es el arma más poderosa que podamos tener en la defensa de nuestra libertad. Es la expresión efectiva de nuestra soberanía. Por eso durante siglos los poderes opresores de la humanidad se han empleado a fondo para piratearnos esa capacidad única, pervirtiendo nuestro lenguaje en todos los ámbitos de la vida con palabros nuevos ajenos a toda interpretación lógica y a nuestro acervo cultural, para sus fines de control mental, ingeniería social y sometimiento.
Manipuladores del lenguaje
Ya decía Platón que quien controla la narrativa controla las masas. Desde entonces el control de ambas ha ido haciéndose más eficaz de la mano del desarrollo tecnológico para llegar a los niveles inimaginables que presenciamos en el momento actual con una sociedad digitalizada y constantemente vigilada.
El control de la narrativa o de las masas mejoró notablemente a principios del siglo XX con los experimentos llevados a cabo para conocer la relación mente cerebro del ser humano por el Instituto Rockefeller creado en 1901, para lo cual se conjuraron expertos en distintas ramas de las ciencias sociales y de la comunicación: filosofía, psicología, filología, neurología, programación neurolingüística, marketing, etc.. Esos experimentos que implicaban torturas y administración de drogas varias, se llevaron a cabo en personas indefensas, marginadas, indigentes y orfanatos, sin su consentimiento ni su conocimiento, bajo el mantra del bien común, “para salvar vidas”. En Europa la monarquía británica, el Grupo Milner, Rockefeller y los Rothschild, crearon en 2013 otro instituto equivalente llamado Tavistock cuyo perverso recorrido merece igualmente un capítulo aparte. El documental “The minds of Men” recoge la denigrante historia de manipulación de masas que nos ha llevado donde estamos. Eisenhower ya nos alertó del peligro que supondría el creciente conglomerado industrial militar solo equivalente al peligro que supondría el que las políticas públicas pudieran ser secuestradas por una élite científico tecnológica.
Operaciones Psicológicas militares de control mental
Los avances en el terreno del control mental interesaron sumamente al sector militar que los hizo suyos aplicando las ciencias militares y completando el cuadro con operaciones de guerra psicológica, técnicas de táctica, estrategia, logística, propaganda, desinformación, contra-información, creación de identidades, demolición de identidades, la negación como respuesta, o la polivalente acusación de negacionista, o conspiracionista. De hecho, este último término tan utilizado hoy para denostar al librepensador, al buscador de la verdad y al activista honesto, fue creado por la CIA tras el asesinato de JF Kennedy para aplastar el movimiento por la verdad, el debate público independiente y el pensamiento crítico. Nacieron así en los años cincuenta numerosos proyectos militares de control mental herederos del conocido MK Ultra.
La creación de un trauma por tortura o sufrimiento extremo es una de las fórmulas rápidas de control mental. La operación de guerra psicológica Covid para controlar a la población con fines de establecer la Agenda 2030 para un gobierno mundial, con intervención militar, usó la programación de control mental orientada a activar en nuestra mente el miedo atávico del ser humano a la muerte. Centrando el discurso y las imágenes las 24 horas del día en el número de muertos, morgues repletas, ataúdes, cementerios, fosas comunes, etc., con vistas a inducir una vacunación masiva forzosa, en vez de centrarse en el hecho indiscutible de que hay cura y de que el índice de recuperación es del 99,97%. Haciendo innecesario todo gasto público en una vacunación experimental, fraudulenta y peligrosa.
La solución
Eisenhower tenía razón. Las políticas públicas han sido secuestradas por una élite científicoide en manos de indecentes “filántropos” como Bill Gates cuyo único mérito en la vida es tener dinero. Eso parece bastar para que sin preparación científica y sin ética, no solo dirija la política “sanitaria” de terror global desde la OMS, consistente en “vacunas forzosas por todo y para todos”, sino que además determina la política económica y exterior de los países, usurpando los derechos y libertades de sus ciudadanos. A pesar de sus patentes conflictos de interés en la industria de la vacunación, que le hace aún más rico, nadie parece querer frenar a este psicópata redomado que afirma perseguir una reducción de la población mundial en un 15% con las vacunas que impondrá. En realidad la cifra que la élite eugenista persigue, es eliminar a 13 de 14 seres humanos.
No obstante todo lo anterior, podemos poner fin a esta situación destructiva de inmediato. El complejo montaje del poder opresor para manipularnos, robarnos la palabra y la libertad, deja de tener efecto ante la palabra más sencilla, corta y poderosa de nuestro vocabulario: ¡NO! La simplicidad y el poder de esa única palabra en nuestra boca, es la única razón por la que élite necesitan controlar nuestra mente.
En momentos como este, de continuado avasallamiento de nuestras libertades por Estados y gobiernos corruptos al servicio de las élites financieras esclavistas globales, entre las que se encuentra la industria farmacéutica, la palabra ¡NO! constituye el talismán de los oprimidos, la fuerza natural de nuestra voluntad que impone los límites al poder artificial de la fuerza opresora; es el espíritu de la vida que nos protege y nos marca el camino correcto a seguir. ¡NO!, es la palabra que más temen los poderes fácticos de este mundo porque es altamente contagiosa e ineludiblemente marca su derrota. ¡Llegó el momento de utilizarla inteligentemente!
Bienvenidos a NO CONSIENTO.
Esta parte de la web estará dedicada a poner en perspectiva la denuncia pública de lo que estamos viviendo y de lo que vendrá, desde un punto de vista de la legalidad, la ciencia, la geopolítica y la razón; esperando con ello que el lector entienda, interprete, haga su propia búsqueda de la verdad y se posicione en la defensa activa de sus derechos inalienables.